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Una pasión de más de 90 minutos

  • Una ola de camisetas rojas inunda las calles de la Comuna 4 cuando el Deportivo Independiente Medellín sale a la cancha.

  • Lejos de la discriminación social, el “Parche de Campo Valdex” le apuesta a la transformación social.

Las camisetas, las banderas en las calles, un balón que rueda noventa minutos y un grupo de amigos y familiares, son algunos de los componentes del barrismo, una práctica con mayor auge en Medellín desde finales de la década de los 90, en la que niños, jóvenes y adultos se reúnen para alentar a su equipo en casas, tiendas, bares, gradas y parques de los barrios; mientras entonan canciones y departen entre alegrías y pasiones.

El fenómeno del barrismo ha trascendido los límites del estadio, llevando el fervor futbolístico a lugares cercanos y acogedores, para así formar parte integral de la vida de la comunidad.

Una tradición que perdura

Juan Pablo Rodríguez, hincha del Deportivo Independiente Medellín (DIM) y barrista de Campo Valdés desde hace 10 años, cuenta que:

“Nuestros padres nos llevaban al estadio cuando éramos niños, cantábamos en la tribuna, nos enseñaron a alentar y seguimos con la tradición”

Una expresión que es una fiel muestra que el sentimiento barrista es adoptado como un estilo de vida que incluso se inculca y perdura de generación en generación.

El jugador N°12

Aunque no son ellos los que patean el balón, son quienes hacen de un partido una verdadera fiesta, se preparan por horas antes del partido, vistiendo los colores e indumentaria de su equipo, alistan una gran bandera y con sus cánticos, gritos y arengas animan a su equipo durante los 90 minutos de juego.

No solo el estadio Atanasio Girardot ha sido testigo de esta apasionante afición. En la Comuna 4, lugares como el parque El Calvario de Campo Valdés, el sector de San Cayetano y el Parque de Aranjuez, entre otros puntos de encuentro, se convierten en escenarios donde los aficionados se reúnen alrededor de una pantalla para presenciar los partidos, y a veces en medio de los nervios por un resultado terminan hasta “comiéndose las uñas” como ellos mismos lo confiesan.

Alentar y no violentar 

No obstante, hacer parte de una barra no es fácil, a veces se encuentran con el prejuicio y hasta rechazo de algunas personas, dado que desde que tomó fuerza, sus integrantes son señalados de vagos, ruidosos, bebedores y violentos.

Nosotros mismos nos encargamos de que nos trataran de flojos o delincuentes, pues antes, más que alentar el equipo, hacíamos respetar los colores de la camiseta”

cuenta Sebastián Zapata, “El Chiqui”, en relación con que hace algunos años era común escuchar noticias sobre continuas agresiones, riñas e incluso asesinatos entre barristas de distintos equipos.

Actualmente continúan luchando contra la estigmatización social que tiene el barrismo que para muchos es sinónimo de violencia.

“No hemos hecho la transición completa. Ahora es cultura y una fiesta con amigos, desafortunadamente algunos lo siguen viendo como una reunión de gamines en el estadio”, asegura Juan Pablo. 

Fútbol y pasión con sentido social

Una iniciativa que vienen impulsando los barristas del DIM en Campo Valdés, es dejar de lado los grafitis sin sentido y darle otro propósito a lo que plasman en los muros o fachadas con el arte.

La idea es apropiarse amistosamente de los parches, recordar a los compañeros que ya no están, escribir frases significativas y hacerle honor al equipo desde el respeto por el rival.

Ya no queremos hacer una raya y tenerla que tachar, buscamos algo que tenga significado más profundo”, dicen los barristas.  

Así mismo, le apuestan a la transformación social con diferentes acciones en pro de la Comuna 4, celebrando fechas como Halloween, Navidad o el Día del Niño, incorporando a todas las personas pertenecientes a la comunidad. Incluso, realizan torneos relámpago en Parque El Calvario de Campo Valdés, e integraciones en las que donan cuadernos a niños de bajos recursos de los colegios de la zona.

El barrismo actual se ha convertido en un movimiento que va más allá de lo deportivo, adquiriendo connotaciones culturales. Aunque reconocen su pasado marcado por momentos difíciles y conductas agresivas, han experimentado una transformación significativa, convirtiéndose en actores relevantes que impactan positivamente en la comunidad.

La pasión por un equipo se ha convertido también en una pasión por la comunidad y la transformación social; por lo que desde el “Parche de Campo Valdéx” comparten esta contundente frase:

El barrista no es el que va a dañar la vida del otro, sino aquel que dura más de 90 minutos acompañando a su equipo”.

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