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“Ser indígena es lo más lindo del mundo” Gladys Puerchambud

  • La Comuna 4 cuenta con integrantes de al menos quince pueblos indígenas de Colombia.
  • Residen en barrios como Sevilla, Campo Valdés, Manrique Central y Moravia, en los que mantienen viva su tradición ancestral y hacen parte de procesos culturales, artísticos y deportivos.

Gladys Puerchambud es una joven indígena del pueblo Inga, en el Putumayo. Sube y baja por las calles de Aranjuez fortaleciendo procesos con integrantes de los quince pueblos indígenas que habitan la Comuna 4. Habla con camsás, misak, nasas, emberá, senúes, wayus, arhuacos, kunas, kiwis, y planea actividades deportivas y culturales, sobre todo alrededor del grupo Dansur Andino.

Llegó a Aranjuez hace poco más de 13 años con el sueño de ingresar a una universidad pública. Lo logró, y poco a poco se convirtió en un referente para sus compañeros, al liderar Dansur, integrar el Cabildo Indígena de la comuna, y ser una artesana en tejido, cestería y telar.

Gladys es el reflejo de muchos indígenas del sur del país, que llegan a Aranjuez buscando oportunidades de estudio, y encuentran en barrios como Sevilla, Campo Valdés, Manrique Central y Moravia (El Oasis), un lugar de residencia.

Según Gladys, quien es gestora cultural: “A los indígenas nos gusta la Comuna 4. Todos los años, en la cancha del Parque de Sevilla, realizamos el Torneo Inter-etnias, desde el 2008. Todos los pueblos de la comuna nos reunimos, hacemos equipos de microfútbol y baloncesto, para hombres y mujeres, y así nos conocemos mejor

La danza que alegra el corazón

Los ritmos ancestrales tienen un lugar especial en el corazón de Karen Corpus, una indígena del Cauca que llegó al barrio hace más de una década. Le fascina el baile y hoy es una psicóloga graduada de la UdeA. Es una de las fundadoras de Dansur Andino, donde aprendió sobre la diversidad de los pueblos. Allí aprendió a bailar Sanjuanito, Saya, Tinku, Tobas, Raimi, y danzas rituales indígenas de toda Latinoamérica.

Ella reconoce que vivir en la ciudad no es fácil, sobre todo para el indígena recién llegado. El choque cultural es inmediato:

Tenemos una visión amplia de lo colectivo, respeto y amor hacia la naturaleza, apreciamos el maíz como alimento autóctono, nos pintamos para protegernos y representar la naturaleza, y le hacemos ofrendas al sol, y muchos no entienden nuestras costumbres.

Dansur está integrado por indígenas, gran parte de ellos estudiantes, de departamentos como El Putumayo, Nariño, Amazonía, Caquetá y el Valle del Cauca. Y en los últimos años se han sumado miembros de comunidades afrodescendientes, e integrantes de etnias de la Costa Caribe.

Esta amalgama de saberes y costumbres, según cuenta Karen Corpus, es la que mantiene unida a las comunidades. En sus reuniones se ritualiza la chicha y el mote, y disfrutan con los sabores culinarios de las diferentes regiones.

Con la danza nos hemos presentado en escenarios de Aranjuez, participamos en comparsas con bailes y trajes tradicionales. Incluso hemos desarrollado talleres en el Centro Cultural de Moravia sobre jagua, que es la tinta con que algunos pueblos se pintan y maquillan 

puntualiza Karen Corpus, quien resalta que uno de los conocimientos más importantes que comparten los integrantes de los pueblos es el uso de las plantas medicinales para todo mal.

Así, entre el estudio universitario y las actividades culturales, gran parte de los indígenas de la Comuna 4 se han ganado el aprecio de los locales. Es el caso también de José Reyes, un indígena Nasa del municipio de Caldono, en el Cauca. Llegó a Aranjuez en el 2003, según cuenta, en una época dura de violencia en la cual eran comunes los ‘toques de queda’.

Para un indígena dejar la familia y su tierra es muy difícil. A mí me dio duro la lengua, los alimentos, el clima, las costumbres de la gente. Ya en la universidad y con otros indígenas, creamos el primer cabildo de Aranjuez con el que orientamos a los jóvenes indígenas que llegan a la ciudad y los integramos a procesos para que no se sientan solos”, comenta José Reyes.

Los rituales para unir

Por su parte, Luisa David, de la comunidad Embera Eyabidá del municipio de Tarazá, manifiesta que los rituales más íntimos y religiosos de las comunidades indígenas se continúan haciendo. Uno de los más importantes es desarrollado por su etnia y se trata de la danza del Jemené.

Según cuenta Luisa David,

la danza del Jemené, es una celebración a las niñas que alcanzan su pubertad. El ritual se realiza durante meses en la intimidad del hogar con las abuelas y las madres, y finaliza en una fiesta con danzas en la cual a la niña se le aconseja, se le viste, se le corta el cabello y se maquilla con la pintura tradicional. También se le pone una corona de donde cuelgan lazos de colores y esto la ubica en un estatus que le permite casarse”.

Este tipo de tradiciones, transmitidas por chamanes, abuelas y matriarcas, son las que cohesionan la unidad de los pueblos. Así lo cree Marisol Calambazo Zue, una indígena Nasa del Cauca que arribó a Aranjuez hace 14 años:

Esto es seguir el legado de nuestros ancestros en un nuevo contexto de ciudad. Pero también hemos dado a conocer nuestras tradiciones culturales desde el arte y la danza, y nuestros vecinos han aprendido a respetar y aceptar nuestros estilos de vida”.

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