Filas de vestidos, pantalones, camisas, blusas, trajes para eventos especiales y una gran variedad de bisutería es lo que se encuentra en el segundo piso del Costurero Parroquial Tejiendo Sueños, justo detrás de la Parroquia El Calvario.
La encargada del lugar es María Nelly Mesa, quien pone orden y dirige a un grupo de compañeras expertas en tejidos y confecciones. Su objetivo es mantener surtido uno de los más grandes roperos de la Comuna 4.
De este ropero y costurero sale una gran cantidad de prendas para asilos, hogares de caridad, otras iglesias e incluso otros municipios. Según Nelly, su equipo de trabajo no solo recoge, lava y vende ropa de segunda, también confecciona para ofrecer ropa nueva.
“Los precios son muy favorables. Blue jeans a $5.000, camisas a $7.000, blusas y vestidos a no más de $10.000. Pero también tenemos prendas de $1.000, $2.000 y $3.000, ropa en buen estado para bebés y niños. Nuestros mayores clientes son familias de Manrique”, comenta María Nelly, quien añade que el lugar abre los martes, miércoles, jueves y los sábados de dos a cinco de la tarde.
Luz Marina Cock es compañera de Nelly. Ella es una de las encargadas de mantener limpias las prendas. Afirma que hay personas que llegan a comprar hasta cincuenta unidades cada una a $3.000. Estas personas tienen sus propios roperos y aprovechan que en el Costurero Parroquial Tejiendo Sueños la ropa nueva se venden a mitad de “precio de huevo”.
“La ropa para niño y bebé no pasa de $3.000, y además vendemos bisutería hecha por nosotras mismas, como collares, manillas, camándulas, pulseras y aretes”, afirma Luz Marina.
Ropa bajo carpas en Cuatro Bocas
En el sector conocido como Cuatro Bocas, junto al Centro de Desarrollo Cultural de Moravia, Marisela Rosa Narváez instala su ropero bajo una carpa roja en la que vende ropa nueva y de segunda, y sus mayores clientes son las mujeres. Ella está de martes a viernes y tiene uno de los roperos más populares de Moravia.
Su negocio, con el que apoya a su pareja y sostiene a sus dos hijos, comenzó hace cuatro años. En ese entonces, exhibía menos de veinte prendas. Hoy, con tres proveedores, en un buen día, puede llegar a vender más de 30.
“Tengo clientas que incluso me compran hasta tres trajes deportivos y enterizos, para el ejercicio. Tengo chaquetas nuevas que ofrezco desde $30.000, y si me regatean, les bajo $5.000. Los mecánicos, que son los que más gastan blue jeans y camisetas, son muy buenos clientes”, comenta Marisela, quien acostumbra a lavar la ropa antes de ofrecerla.
“Yo amo mi negocio. Soy independiente. Se conoce gente. Se gana lo justo y se satisface al cliente. Incluso para mi familia saco ropa de segunda. No hay nada de qué avergonzarse”, afirma Marisela Rosa.
Amor por vender en Carabobo
A pocos metros de allí, junto a la calle Carabobo sector norte, está el ropero de María del Carmen López, una madre cabeza de hogar. Ella solo saca su ropa a vender de jueves a domingo, y desde que comenzó hace cinco años con su negocio, ha aprendido todo lo necesario para mantenerse.
Sus proveedores consiguen la ropa de segunda en barrios como El Poblado y Laureles, y la ropa nueva de fabricantes del sector. Fuera de la ropa convencional, María del Carmen también ofrece zapatos y bolsos codiciados por las mujeres de Moravia.
“A las jóvenes les encanta venir a comprarme vestidos que les ofrezco a $15.000 o $20.000. A los hombres les gustan las chaquetas y las camisas de marca, como Americanino, Tennis, Gef, Zara o Koaj”, manifiesta María del Carmen, quien añade que para la temporada de noviembre y diciembre las ventas pueden llegar a duplicarse, pues “todo el mundo está buscando el estrén”.
La ropa económica y de segunda, en la ciudad de la moda y la alta costura, sigue moviéndose con la misma intensidad que una panadería. Con solo $50.000, es posible hacerse con la ropa para fin de año. Solo acérquese, mire y regatee.