En el corazón del barrio Brasilia, en la Comuna 4 de Medellín, un grupo de personas está creando un cambio positivo y duradero para la comunidad. Orientados por Aidé María Echeverri, una líder comunitaria con dos décadas de experiencia en la primera infancia, el semillero “Cunapla” busca enseñar a los niños la importancia de cuidar el medio ambiente y hacer frente al reto de los residuos desde una perspectiva de amor y compromiso con la naturaleza.
La historia detrás de “Cunapla”
Aidé lleva toda su vida trabajando con niños, primero como madre comunitaria y luego, hace dos años, como dueña de su propio jardín infantil. Fue en este espacio donde surgió una inquietud: ¿cómo pueden los niños y sus familias contribuir al cuidado del planeta? La respuesta vino en forma de un proyecto sencillo pero impactante, un semillero de sensibilización que permitiría a los más jóvenes aprender a transformar los residuos en recursos y entender que “reutilizar para no contaminar” es la clave para salvar el planeta.
Un equipo de apoyo nacido del amor
El proyecto de Aidé cuenta con el apoyo de su familia, especialmente su hija, María Alejandra Soto Echeverri, quien, inspirada por la trayectoria de su madre, decidió sumarse al proyecto desde su experiencia en el campo de la comunicación. “Esto es una carrera de aprendizaje,” cuenta María Alejandra.
Desde pequeña, fue testigo del compromiso de su madre con el reciclaje y la educación ambiental. Ahora, como adulta, encuentra en el semillero una forma de devolver ese conocimiento y dejar una huella en la nueva generación. “Queremos sembrar en los niños una semilla de cambio,” explica.
Niños y niñas liderando el cambio
El semillero reúne a 25 niños del sector, que, bajo la orientación de Aidé y María Alejandra, se han embarcado en una aventura creativa y educativa. Emili Valeria Mena Peláez, de 13 años, es una de las participantes. Para ella, la experiencia ha sido muy enriquecedora. “Acá hacemos manualidades, la profe nos enseña a reciclar botellas y vasos, y hasta lavamos las cáscaras de huevo para usarlas en proyectos,” cuenta con entusiasmo. Pintar y crear con materiales reciclados le ha enseñado que la creatividad no tiene límites y que cada pequeño esfuerzo cuenta para cuidar el medio ambiente.
Por su parte, Jesús Antonio Guzmán Herrera, de tan solo 8 años, ha encontrado en el semillero un espacio donde aprender y disfrutar al mismo tiempo. Con una sabiduría que trasciende su edad, reflexiona: “Nos han enseñado muchas cosas sobre cómo cuidar el medio ambiente. Si no lo cuidamos, podría ser que la raza humana desaparezca.” A Jesús Antonio le encanta asistir a los talleres, disfrutar de la compañía de sus compañeros y aprender de sus profesores.
El poder transformador de una comunidad unida
Aidé María ha construido este proyecto con recursos limitados, contando con el apoyo de su familia y el aporte de las familias de los niños. “Las familias nos apoyan mucho, nos dan refrigerios y nos han acogido bien,” explica. Para ella, el verdadero motor de este proyecto es el amor y el deseo de formar a los niños como líderes de su comunidad, con un fuerte sentido de responsabilidad hacia el medio ambiente.
El proyecto de “Cunapla” es más que un simple taller de reciclaje; es un espacio donde los niños pueden crecer, explorar su creatividad, aprender sobre el impacto de sus acciones y entender que el cambio comienza con ellos. En palabras de Aidé: “La cuna del planeta son los niños, ellos tienen la fuerza para sacar adelante el caos que le hemos causado al medio ambiente.” Su mensaje para la comuna es claro y poderoso: es necesario unirse, empezar desde lo sencillo y despertar en los niños el liderazgo y la innovación necesarios para enfrentar los retos del futuro.
Un mensaje de esperanza
En un mundo donde las preocupaciones ambientales parecen cada vez más urgentes, iniciativas como la de Aidé, María Alejandra y los niños de “Cunapla” son una inspiración. Demuestran que, con compromiso, creatividad y un profundo amor por el planeta, es posible construir un futuro más sustentable. Esta pequeña semilla de cambio plantada puede, sin duda, florecer en una red de concientización que inspire a muchos más.
“Reutilizar para no contaminar, el planeta hay que salvar.”