Juan Carlos Diez, un nombre que resuena en los escenarios más emblemáticos de la música tropical, tiene una historia que parece escrita a golpe de saxofón, clarinete y pasión. Su vida ha sido una constante evolución desde sus primeros días como músico, hasta convertirse en el heredero de la icónica orquesta La Típica R.A.7, fundada por Rodolfo Aicardi.
Su trayectoria, que abarca más de cinco décadas, está marcada por su incansable dedicación a la música, impulsando el arte como motor de baile y sueños de multitudes.
Marcado por la música
Su historia comienza, como él mismo lo relata, en un barrio donde el saxofón fue su carta de entrada a la música. En ese ambiente, lleno de influencias de la música tropical y de salsa, se encontró con Fredy Galé, quien también tenía un sueño musical: ser saxofonista.
“Toda la gente tocaba guitarra, nosotros queríamos ser diferentes,” recuerda con nostalgia. Con el apoyo de su padre, quien le compró un saxofón, y de su maestro José Gallardo Gallo, conocido como el Cholo Gallardo, Juan Carlos se inició en el arte de los vientos.
Su formación académica fue sólida: estudió en el Conservatorio de la Universidad de Antioquia, donde cultivó su amor por el saxofón y el clarinete. Con el tiempo, su nombre se ganó el respeto de todos y, entre los músicos de su generación, le otorgaron el apodo de “Juan Apóstol”, un título que subraya tanto su devoción a la música como su carácter inquebrantable.
De Los Unos a La Típica R.A.7
El camino de Juan Carlos no fue fácil, pero sí emocionante. Comenzó a tocar con varias agrupaciones locales de la ciudad, como Los Unos, Los Monjes, Escorpión y el Súper Combo Veracruz, lo que le permitió sumar experiencias y aprender de los grandes del género.
La vida en la música no solo le permitió crecer profesionalmente, sino también hacer amigos que serían fundamentales en su carrera. Entre esos estaba Rodolfo Aicardi, a quien escuchaba y admiraba desde su niñez y se convertiría en un referente y figura clave su vida.
“Antes de trabajar con Aicardi pasaron 14 años,” recuerda. Durante ese tiempo, Rodolfo, con su estilo inconfundible, fue parte de varias agrupaciones y colaboró con artistas como el Sexteto Miramar, uno de los grupos más relevantes de la música en Colombia.
La herencia
La conexión entre Aicardi y Juan Carlos Diez fue más allá de lo musical; era una relación que combinaba respeto mutuo y admiración. Cuando Rodolfo falleció en 2007, dejó un vacío irremplazable en el mundo de la música. Sin embargo, su legado no murió, fue entonces cuando Juan Carlos, quien ya había compartido escenarios con él, asumió la dirección de La Típica R.A.7, el grupo que Rodolfo Aicardi fundó años antes
Legado musical
Aicardi grabó 2.648 temas, un repertorio vasto que ahora La Típica R.A.7 sigue interpretando y llevando a diferentes partes del mundo manteniéndose fiel el legado de aquellos que, como Rodolfo Aicardi, creyeron en el poder de la música para transformar vidas.
A lo largo de la carrera de Juan Carlos su amor incondicional por la música ha permanecido intacto, siendo testigo de la evolución del género tropical, de los vaivenes de la industria, y de cómo la salsa ha logrado mantenerse vigente a pesar de los tiempos.
En cada escenario, en cada acorde de saxofón, Juan Carlos Diez sigue dejando claro que su misión no es solo dirigir una orquesta, sino continuar el legado de quienes le enseñaron a amar la música.
Como buen “Apóstol”, continúa llevando el “evangelio de la música” a todos los lugares con la misma pasión que lo ha acompañado desde su niñez, convirtiéndose en un símbolo de perseverancia, talento y tradición.