Ana Lucía Araque poco cree en las farmacéuticas, esas fábricas de pastillas que hipnotizan a los desesperados por padecimientos, con propagandas donde prometen la erradicación de dolencias. Ella dice que hay una fuente más poderosa que los laboratorios, se trata de las plantas, el dispensario que Dios le ofreció a la humanidad para cualquier tipo de afección.
Ella hace parte de un grupo de mujeres que todos los viernes en la tarde se reúne en el vivero Jardineros Unidos de Colombia, más conocido como Jarum, en el barrio Moravia. Son mujeres de varias partes del país, y en cada encuentro comparten conocimientos sobre para qué y cómo utilizar las plantas, esos seres del reino vegetal que, según Ana, conectan el cielo con la tierra.
El arte de las hojas
Junto a Ana está Sonia Higuita. Ella es la encargada de mantener a las más de setecientas plantas del vivero en óptimas condiciones. Las limpia, les quita los insectos, las abona, las trasplanta y las multiplica. Están las suculentas con su geometría perfecta, las ornamentales, las de huerta, las aromáticas, las medicinales y, por supuesto, las “mágico-religiosas”.
Estas últimas son catalogadas así porque están insertas en el imaginario colectivo como plantas que, intencionadas con la fe y el pensamiento positivo, pueden generar curaciones en cualquier parte del cuerpo y el alma.
“Me encargo de mantener el vivero y de atender a las personas que vienen y quieren conocer más sobre el mantenimiento de las plantas”, comenta Sonia, quien conoce este lugar desde el 2013 cuando fue creada la infraestructura de Jarum y apenas era un proyecto pequeño.
¿Qué las hace especiales?
Lo que hace especiales a las plantas, según Ana Lucia, técnica profesional en el manejo y aprovechamiento de bosques, son “sus componentes, sus energías y sus elementos”. Los componentes son sus compuestos químicos, que a la vez son formas de energía específica, es decir, su elemental, como si fuera el avatar de la planta.
Esto lo que quiere decir es que es posible beneficiarse casi que de cualquier vegetal siempre y cuando conozcas cómo ha sido utilizado por cientos de años. “En esto las abuelas son muy buenas, así como las mujeres del campo que han escuchado de generación en generación las utilidades del follaje que las rodea”, afirma.
Como en Moravia viven personas de todo el país, es posible encontrar conocimientos variados y muy efectivos. Para eso son los talleres, para compartir esos saberes. Por ejemplo, cuenta Ana Lucía, si alguien se aporrea un pie, se puede hacer una pasta con anamú y sobarse la parte afectada con ella. Esto desinflama y calma el dolor.
Por otra parte, Ana afirma que un té de trébol es uno de los remedios más efectivos para la menopausia. En los hombres está misma bebida sirve para bajar la inflamación en el tracto intestinal.
A su vez, una de las bebidas más potentes para adquirir energía es la siguiente: en una jarra con agua, inserte rodajas de toronja, naranja o piña, con miel al gusto y, algunas hojas de romero. Esta planta también sirve para aliñar carnes y sopas.
Y si lo que quiere, según los saberes adquiridos en el taller de Jarum, es eliminar toxinas, bacterias y hongos del cuerpo, una infusión a base de orégano en ayunas y antes de dormir, le hará sentirse “como nuevo”, afirma Ana.
Un secreto más
Se trata del anturio blanco. Ana recuerda que una vez que estaba en un mercado campesino se le acercó una monja y luego de comentar las propiedades médicas y mágicas de algunas matas, le contó que “si ponemos el anturio en la sala y lo bautizamos con un nombre, le podemos pedir que nos proteja para nunca caer en una crisis financiera”.
Este secreto de la monja explica el por qué es común hallar estas plantas dentro de los cuartos y salas de los conventos e instituciones regentadas por religiosas. El anturio también aleja a los envidiosos y a “las malas energías que nos dirigen personas perversas”, puntualiza Ana.
Si quiere conocer más sobre los secretos de las plantas, acérquese a Jarum, en la calle 83H #58E-24, Moravia.