El fútbol, más que un deporte, es una pasión que atraviesa generaciones y culturas. Sin embargo, en Colombia, esta pasión ha sido empañada por episodios de violencia en los estadios y fuera de ellos, donde el fanatismo ha dejado de ser un catalizador de emociones para convertirse en una amenaza a la convivencia.
En Medellín vivimos con intensidad la rivalidad entre equipos como el Atlético Nacional e Independiente Medellín, y los clásicos que se disputan con otros equipos del país, sin embargo, después de hechos como los ocurridos en el estadio Atanasio Girardot en días pasados, surgen preguntas como: ¿Para qué un supuesto “hincha” ingresa un cuchillo a un estadio? ¿acaso ya hay una predisposición para la violencia? ¿cuántos lo hacen? ¿son las barras cómplices y guardan silencio frente a los sujetos violentos?
Herir, agredir o incluso causar la muerte a otro ser humano jamás puede justificarse, mucho menos por el fanatismo hacia un equipo de fútbol. Ninguna rivalidad deportiva puede valer más que una vida.
Cuando cruzamos la línea del respeto, perdemos de vista el verdadero espíritu del deporte, que es compartir, celebrar y disfrutar. De ahí la importancia del rol de los hinchas como promotores del respeto
Otro aspecto que merece una profunda reflexión es el papel de los clubes y las autoridades. Si bien es cierto que las barras tienen la responsabilidad de moderar su comportamiento, los equipos y las autoridades locales también deben asumir su parte en la creación de un entorno seguro.
Barrismo responsable
¿Es posible disfrutar del fútbol sin recurrir a la violencia? Las experiencias en la Comuna 4 nos dicen que sí. Desde el territorio se han gestado iniciativas que invitan a la reflexión y al compromiso con un barrismo responsable que surge como una respuesta a la necesidad de reconciliar el amor por el fútbol con los valores de respeto y tolerancia.
El Parche de Barrismo llevado a cabo en días pasados es una propuesta en la que los hinchas no solo son espectadores de un partido, sino actores clave en la construcción de paz y convivencia.
Actividades como esta han demostrado que es posible un diálogo que permita superar la rivalidad de manera pacífica. Iniciativas como Barrismo Social han acercado a hinchas de distintos equipos en actividades conjuntas, desde talleres culturales hasta encuentros deportivos donde prima el respeto por el otro.
Así mismo, programas como Fútbol en Paz, liderado por autoridades locales y barristas, han creado espacios de diálogo donde los mismos hinchas se comprometen a evitar agresiones dentro y fuera de los estadios. Esta disposición a pactar la paz, a través del compromiso y la educación, debe cambiar la narrativa del fútbol en Medellín.
Compromiso de la hinchada
Los programas de formación en barrismo responsable deberán ser fundamentales para empoderar a los hinchas como líderes comunitarios y agentes de cambio. Sin embargo, estos esfuerzos no pueden sostenerse sin el apoyo adecuado de los clubes y las autoridades. El fútbol debe volver a ser una fiesta que una a las personas, en lugar de dividirlas.
Para lograrlo, todos los actores involucrados en el fútbol como hinchas, autoridades, clubes y la sociedad deben trabajar juntos. Solo así podremos erradicar la violencia de los estadios y recuperar la verdadera esencia del deporte.
El barrismo responsable no es una solución temporal, es una apuesta a largo plazo que promueve el fútbol como un espacio de paz y convivencia. Las experiencias en la Comuna 4 demuestran que la pasión por el fútbol puede coexistir con el respeto y que el cambio es posible.
Estamos convencidos que vivir y disfrutar el fútbol plenamente es posible, siempre y cuando se asuma la responsabilidad que conlleva. Las barras, lejos de ser solo focos de euforia, tienen el potencial de convertirse en espacios de cohesión y cambio positivo. Asumir este reto no solo enriquece el deporte, sino que también refuerza los valores de respeto y convivencia que pueden transformar nuestras comunidades.